Su cuerpo tendido sobre mi cama, desnudo, apacible. Aún, diminutas gotitas de sudor se escapan de sus poros.
Su cara sobre mi almohada, dormida, plena, pacífica. Su cabello que se desborda como un río sobre mis sábanas, entre fibras, entre pétalos de flores.
Mis manos en su espalda dibujando una y mil curvas que se desdibujan y se unen a sus curvas, a sus olas, a las formas únicas de su cuerpo.
Sus rincones contorneados, sus cúspides, sus hermosos acantilados y valles que dejan ver su perfección, su esplendor.
Su calor que todo lo envuelve, su olor que me enloquece, su aliento me seduce, me hipnotiza...
Mi corazón aún late apresurado, mis ojos no pierden uno solo de sus detalles, mis ganas de volver a besarla, devorarla, de hacerla explotar una vez más de alegría, que sepa locamente que siempre fui suyo y que en su locura no olvide que ella, apacible, siempre será mía.
C.