E. Alan

Odio

Te odio.

Te odio por el nerviosismo,

por los desvelos intencionales.

Te odio por mostrarme el mundo,

a pedacitos. 

Me recordaste que no era feliz

y me hiciste odiarte.

Te odio por la incertidumbre,

por volver a encerrar

mariposas en mi estómago.

Odio odiarte a diario.

Me odio a mí por tener que odiarte.

Y,

sobre todo, 

te odio

porque, aunque quiero, 

no puedo amarte.