Es mi sangre salvaje que revienta,
deseando febrilmente descolgar
los otoños que han quedado enredados
en las ramas, entre el follaje de los árboles;
destruir ardorosamente con mis manos
los motivos que valieron para dar origen
a la guerra y a la muerte de los años;
quisiera entrar en la mente de ti mujer
y desalojar de allí todos los nombres
guardados, pasados y actuales de otros hombres...
Así estoy, así me encuentran por hoy las madrugadas
así me contemplan los ocasos,
y las golondrinas viajeras de tardes ensangrentadas,
ven mis ojos escudriñando en las horas
de romper todo de un golpe, el momento,
de sacar las raíces de las noches,
acabar con los impuros espíritus amadores
de mujeres, de amigos, de canallas traidores.
La fiebre de enfrentar bravíamente
la resaca de todo lo hasta aquí vivido,
estúpido ensueño tratar de detener
lo que no quiere ser ya en mis arcanos,
idea, desesperante impulso de arrastrar,
quemar, derrumbar castillos de sucesos,
de a todo y a todos demoler, derribar... arrasar...
Bolívar Delgado Arce
De: \"Pinceladas de un Sueño\"