Famélica ternura de abrazos y broches
que a la distancia revelan la ausencia
de todo sentir, y así la demencia
amenaza corromper las noches.
Descubriendo un epitafio compartido
que siglos atrás predecía la ruina;
el monstruo terrible que ahora camina
bajo el manto invisible de lo vivido.
Espesa amargura exalaba su aliento
y aún sin asumir cada tragedia
procura devolverle sus alas al viento
mitigando la carne y la miseria.
Inoportuna porfía, temible odisea,
los dioses ya lo habían sentenciado;
sus palabras negras en lienzo dorado
forman el halo que hoy los bloquea.