Este mundo que nace: tu mirada.
Tus ojos por primera vez abiertos
y yo en tus ojos, en tu luz, despierto.
Luz muda el cielo escucha tu alborada.
Vuelos. Agua. Silencio. Sólo brilla
en gris lluvia tu voz, y casi roza
la futura fragancia de la rosa,
carne, vértigo, abismo sin orillas.
De esta arriesgada arista que recorta
los límites del tiempo, muerte y vida,
borra la sombra la palabra herida
por tu luz, por tu cielo alto. ¿Qué importa
tu sesgada presencia? Eres la pura
transparencia del fruto que madura.