Un hurto en declive salvó
la confinación de tu sueño
en la placidez de mi palmo.
No detengas tu alevosía
si los sueños te llaman
a desear tu cumplido.
En la mazmorra surcas
mis deseos por tu falta:
somos historia que recodar.
Espero tu Riviera desdeñada
de un tiempo milagroso
donde siempre haces falta.
Te recibiré pero con dolor
de anticipada despedida;
aun con sabor en manos
de lo que pueda memorizar.
Cada noche imagino tu camino:
legitima arena de descanso
y placidez de tu hervor.
Te espero mientras la calma
me ensordece de tus primicias
dispuestas a lo que quieras.