Santiago Miranda

Sin perdón ni olvido

Hoy era hoy
hace 44 años era
hoy un hoy partido
que no quisiera conocer
mañanas, quisiera volver
por donde vino y no saber más
de esto/desaparecer por completo
en un hoy que a la vez es mañana

En la visión más turbia
Los generales de un pueblo
                      /contra un pueblo
los soldados de un pueblo
                 /contra su pueblo
el pueblo -los obreros- cabizbajos
           /sin pueblo arremetidos
Los medios, las fábricas y escuelas, incluso
las calles todas arrancadas de cuajo
de un rostro que antes era un blanco manto
y una estrella en lo alto como un promisorio futuro
de su raíz antaño puro, ahora arrojada como metralla
  /sobre un pueblo, ahora no hay pueblo

Ya no hay pueblo sino cuerpos flotando en el río

Hambriento, sediento, fríolento
no hay bandera ni canción patria
que acune a tanto muerto, el río
arrulla de cadáveres descendiendo
hacia el mar donde la operación
Cóndor más carroñero, nutridos
por hijosdeputas y cobardes milicos
lanzó en desgracia la carne hermana

Eran los vómitos y gritos en la bandera
teñida del rojo más sentido, su esencia
propia, el hermano por el hermano, pisado
ultrajada, escupida, abierta a punta
de fusiles, electrificada, muerta en el embarazo
por un mandato ajeno, 18 años no bastaron
para recomponer el frágil vuelo de millones
que cayeron en el peso de un sueño venido a negro

Hoy y hoy, este día siempre
será aquél día dondé
Maldigo, la ambición desaforada
el dólar que han erigido dios divíno
el monumento al capital ajeno
la imposición de un consumista deseo
el trabajo perpetuo de los nuestros
todo enterrado por vuestra ganancia

Y nuestra derrota, quisieron
trocar en la historia más fantástica
la victoria de la patria ¿cúal patria,
en el miedo, de cruzar el umbral de la casa
y caer ultimado por su impuesto toque
de queda? No hubo patria sino cárcel y fábrica

Del pensamiento, pero jamás podrán con aquello
ni podrán, conquistar lo inconquistable
comprender lo incomprendido, clausurar
lo interminable, desde nuestra caída
seremos alzados / Los muertos

A través de nosotros han hablado
-en el fuego, en la piedra, en el disparo
ajeno- el muerto que cae en el olvido
dos veces ha muerto, sin perdón
ni olvido, sin perdón ni olvido
yo que sus rostros desconozco
y el sonido de voces, me digo
o soy dicho, sin perdón ni olvido
yo que fuí habitado por vuestro silencio
antes de haber caído al final del vuestro
no por última vez me repito sin perdón
ni olvido, sin perdón ni olvido.