No es necesario, pero…
No es necesario, pero
no puedo evitarlo.
Las veces que reniego
por ser tan insistente
en mi pensar,
en mis sentimientos.
En tener que cuidarme,
en, tal vez, dejar
de expresar lo que
realmente mi
alma siente.
Pero no sería justo.
Dejaría de ser sincero.
El serlo, me cuesta
muchas ausencias.
Muchas de ellas,
me he esforzado
en no tenerlas
ya más en cuenta.
Y… lo estoy logrando.
Una buena señal.
Aunque siga sin comprender.
Comprender… es tan difícil.
Lo importante es aceptar.
Comprender, aceptar,
tolerar, no guardar resabios,
descifrar actitudes imprevistas…
Difícil, muy difícil…
No es necesario, pero…
¿si aprovechásemos
la oportunidad
que nos ofrece
el destino
de estar vivos?
¡Vivir!
¡Oh, maravillosa existencia,
déjame permanecer
un tiempo más,
para poder seguir amando,
lo posible y hasta los imposibles!
Tengo en mi alma
tanto amor para brindar…
¡pero tú te alejas
cada vez más…!
Y, ¿quieres saber
la verdad?
No es necesario, pero…
¡no importa que
no me ames!
Si me detuviese
en las vías de un tren
que se aproxima
a gran velocidad,
a tiempo he de hacerme
a un lado,
porque no es
mi intención que me arrolle,
solamente me detuve
sobre sus vías,
para sentir debajo
de mis pies,
el vibrar de las ruedas
del veloz tren…
Veloz, como los días,
los meses, los años…
y la felicidad de
sentirme ¡vivo!.
Lo que antes
tu ausencia representaba
en todo mi ser,
tener vida, pero
muriendo un poco cada día…
Ya no es así.
No es necesario, pero…
no puedo evitar
dejar de expresar
lo que mi alma siente.
Aunque a ti
bien no te caiga.
Mi alma no ha de caer.
Ella ha de continuar
sintiendo amor.
Si el tuyo
no lo tengo,
¿sabes?,
¡no me importa!
¡Vivo, vivo, vivo…!
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 14/11/2014)