Busco el olor que tiene el cielo del otoño nocturno,
el del agua repentina bajo la arena que diseña la brisa de la respiración.
A el mar le guiño con el ojo izquierdo
y los rayos de la luna suspiran en mi lecho luminoso
tal vez como el humo de la enredadera impalpable de tu cuerpo
donde me enredo silenciosamente en el oriente cercano a mi lentitud insomne.
Busco el sonido que surge del polvo náufrago
envuelto en el secreto del misterioso mar
donde se dobla el roce de la alcoba de unos labios de angustia y esperanza en un suspiro.
Busco la región en el azul de tu corazón
y en la brusca desnudez de la oleada invoco tu nombre con mi fuerza y mi deseo,
tus manos son la atmósfera en la desolada confusión de los helechos,
busco el sabor de la nube
con la presencia de un mar interminable
y con un calor que enciende el silencio de mi sueño
en cada curva de mi rayo a través de la gravitación del tiempo.