Ya sé que mis manos
no son la hoguera
que cada noche
encendían tu corazón
creando
miles de caricias nuevas…
Pero en mis recuerdos
aún quedan
las cenizas y el calor
de aquel fuego
que cada noche sin aviso
previo
quemaba nuestros
cuerpos
desnudos de ropas y prejuicios.