Un día te fuiste de mi lado,
con angustia y paz… fue tu partida,
mi alma quedo devastada,
al ver tu súbita ida.
Se que tú espíritu guerrero,
al vernos a todos unidos,
te aferraras a la vida,
pero al oír el cántico del cielo,
Calmaba tu agonía… y Dios te recibía.
Por tu pureza hoy debes ser un ángel,
cuidando a cada uno de tus hijos,
hoy esperando se cumpla la confluencia,
de estar junto y por siempre unidos.
Pero sé que ese día está muy lejos…
como desearía madre querida poderte besar,
te sueño, te pienso, te llamo y no te encuentro,
dime… ¿tu madre mía, como calmar mi tormento.
Pero comprendo que estas en el cielo,
y junto a Dios has de estar,
esperaré paciente que llegue el día,
en que nos volvamos a encontrar.
Y allí será para siempre.
nada ni nadie lo podrá evitar,
cuando vaya a tu encuentro…No temeré,
pues al verte me has de consolar.
Viviré en el camino del Señor,
así ganáre el cielo… y no te perderé nunca más,
ayúdame a guiar mis pasos,
e ilumina mis senderos… para nunca dejar el camino,
por donde me has de llevar.
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