Orlando Silva

Mi querida Madre.

Un día te fuiste de mi lado,

con angustia y paz… fue tu partida,

mi alma quedo devastada,

al ver tu súbita ida.

 

Se que tú espíritu guerrero,

al vernos a todos unidos,

te aferraras a la vida,

pero al oír el cántico del cielo,

Calmaba tu agonía… y Dios te recibía.

 

Por tu pureza hoy debes ser un ángel,

cuidando a cada uno de tus hijos,

hoy esperando se cumpla la confluencia,

de estar junto y por siempre unidos.

 

Pero sé que ese día está muy lejos…

como desearía madre querida poderte besar,

te sueño, te pienso, te llamo y no te encuentro,

dime… ¿tu madre mía, como calmar mi tormento.

 

Pero comprendo que estas en el cielo,

y junto a Dios has de estar,

esperaré paciente que llegue el día,

en que nos volvamos a encontrar.

 

Y allí será para siempre.

nada ni nadie lo podrá evitar,

cuando vaya a tu encuentro…No temeré,

pues al verte me has de consolar.

 

Viviré en el camino del Señor,

así ganáre el cielo… y no te perderé nunca más,

ayúdame a guiar mis pasos,

e ilumina mis senderos… para nunca dejar el camino,

por donde me has de llevar.

 

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