Con la ilusión pintada en la cara,
regalo de la juventud,
y con esa frescura abierta al mundo
abrimos la puerta de la realidad,
tras la puerta al abrirla
descubrimos la decepción apoltronada
como centro del recinto,
ignoramos su presencia,
en silencio sin que la respiración se sienta
esquivamos su mirada,
que no perfore nuestras ilusiones,
y la convierta en una máscara triste,
y simule una fiesta alegre de payaso.
-----ROMO-------
Rodrigo Rodríguez