Ámbar refugio de mis primeros respiros,
cálida leche que calmaba latidos.
Primeros años de mieles y amores
tus brazos de seda velaban mi nombre.
Mas el puente de amor se perdió entre la niebla,
la pequeña en sus sueños formó una barrera.
De temores, de angustias, de falsas creencias,
de tristezas, de fuegos y de pura vergüenza.
La madre no vio, lo que sus ojos detrás escondían.
Niña en flor, primavera, a su hija entendía.
No vio los monstruos que acechaban sus faldas,
ni menos los cardos que arañaban su espalda.
Ojos de ciega, opacos de sueño,
Tu niña yacía, y tú durmiendo.
Las sombras ganaron, le robaron su tiempo.
De niña, de dulce, de trenzas y cuentos.
Con labios de rojo volvía ya oscuro
y tú la llenabas de mimos y arrullos
Ojos de ciega, opacos de sueños
Tu niña yacía y tú durmiendo.
Inés de Cervantes
Cuando las sombras se iluminan
DDI Reg N°282.320