Por Alberto JIMÉNEZ URE
No puede ninguna dama
Cohabitar con alguien que,
Como yo, padece de «priapismo»:
Nací erguido y así he sobrevivido.
Durante los días procuro colocarle
A mi falo una «atadura de ahorcado»
Que aprendí durante mi pubertad.
Acomodo la soga alrededor del glande
Pero, ininterrumpidamente, enfurece
Reclamándome respete sus Derechos Viles
En una sociedad que pretende ocultar
A quienes (como él) han nacido tiesos.
Una Junta Internacional de Urólogos
Me mantuvo bajo observación científica
Sugiriéndome, finalmente, que me amputara
Porque mi presunta enfermedad es irreversible.
-Pero, ¡hay mujeres que me han amado!
-les exclamé en uno de los consultorios.
«-Todavía no eres un sádico serial,
Pero podrías convertirse de súbito»
-Me advirtió el jefe de los especialistas.
Cada noche desato mi rebelde
Miembro Erguido con Número
Correspondiente en la Academia de Priapos
Para hacer ejercicios de «Yoga Yoguismo»:
Giro mi cuerpo sobre su eje fálico sin poder dormir
Encima de un colchón de acero inoxidable con orificios.
Priapo es un dios mitológico
Y yo uno de los príncipes de su legión.
No me caparé porque, si lo hiciere, suspendería
Mis razonamientos: mi juicio, mi inteligencia.