Olivera Dayana

Tú beso.

Contigo siempre es un primer beso,

yo no lo voy a superar,

accidente en mi cerebro,

y ese raro pestañear.

Tacones sobre mi cielo,

bailan hasta hipnotizar,

ese estúpido momento,

donde no sé si volar.

Tiemblan partes de mi cuerpo,

que yo no sé dónde están,

con cada roce yo siento,

que el siguiente dolerá.

Tal vez por ser tan perfecto,

sea un eclipse solar,

y tú y yo quedemos ciegos,

con vista tridimensional.

Una vez se da el comienzo,

no sé si va terminar,

sé que todo pensamiento,

otra vez caducará.

De puntillas a tu encuentro,

saltando con libertad,

cuando te beso no hay tiempo,

más del que puedo robar.

Y sigue siendo el primero,

porque aún no sé si aceptar,

este desorden de nervios,

por tus pupilas de mar.

Pierdo hasta el conocimiento,

entre nubes de cristal.

Se me mezclan los recuerdos,

nunca los voy a ordenar.

Aunque cambien los asientos,

las entradas o el lugar,

sigue siendo el mismo beso,

alargándome el azar.

La danza de nuestro fuego,

ese afán de conversar,

con el poder de perdernos,

sin volvernos a encontrar.

Hay estrellas que nacieron,

solo por vernos pasar,

y en el medio de algún beso,

bajan para saludar.

Juro que no siento celos,

pero que puedas besar,

y sentir el mismo estruendo,

es como morir sin paz.

El enigma en nuestro beso,

que me sabe a intimidad,

es un ángel mensajero,

infinito y celestial.