De la espesura del monte
partió de noche y a oscuras
a nadie dijo él porque
se fue huyendo de la luna.
Sobre sus hombros la parca
que murmura en los siléncios
volvió la miel tan amarga
que a su vida la hizo invierno.
En el horizonte un sol
se inventó como una guía
las cuerdas del corazón
vibraron, como vencidas.
Y a las aguas de ese mar
que clama desde la playa
dejo ahogar con su sal
un alma, ya sin mañana.