El viento quiere tocar la rosa,
y la envuelve con suavidad,
con cuidados la conserva,
le jura lealtad.
Bello momento el cristalizado
en medio de la tempestad,
sosiego y respiro,
que prepara vendaval.
Un segundo solo basta,
para bestias desatar,
truenos y lluvia ahora azotan,
el viento es huracán.
Atrapada en medio,
la rosa mira ya sin más,
el sol se está escondiendo,
viene el frío invernal.
Tres toques de sirena,
el relámpago brutal,
una a una las espinas,
Desnudan al compás.
Sin escudo resistiendo,
esperando piedad,
Llora lágrimas de sangre,
pero no debe llorar.
La luna llega a escena,
con su tenue alumbrar,
el viento gime y se agita,
ya no puede más.
Ha cesado el remolino
La furia ya no está,
Vuelve la brisa suave,
pero no hay flor en el lugar.
La busca y no la encuentra,
¡Qué gran culpa! ¡Qué pesar!
unos pétalos en el aire,
¡Oh dios su fragilidad!
Llanto amargo sobre la tierra!,
Llanto eterno en la oscuridad.