Tengo surcos en el rostro...
surcos que me hicieron las lágrimas.
Tengo heridas en el alma...
heridas que me hizo el tiempo.
Y ahora que te has marchado
tengo ganas de morir solo
entre recuerdos.
¿Te has dado cuenta que al marcharte
ni tu, ni nadie podrá ya doblegar mi deseo?
Ese loco deseo de encontrar una playa desierta
y que en ella descanse mi cuerpo.
Vino callada, con la risa oculta y la mirada baja
y poco a poco, sus ojos, ventanas del alma
de ilusiones encendieron la llama.
Se fue forjando en la lucha del día a día
y así fue naciendo la mujer ansiada...
su mirada al frente,la sonrisa clara
y un gesto valiente que a la gente agrada.
Mar de confusiones, de dudas , de rabia,
de noches en blanco que enturbian el alma.
Y mientras camina por ese sendero
que su rumbo marca, se está preguntando
si debe o no debe subirse a la barca.
J.C.