Esteban Mario Couceyro

El malón

Se siente, en el suelo, los golpes

son cientos de caballos y sus jinetes

llevados como el viento

desnudos y los pelos en medio del griterío

en un bosque de chuzas coronando las tacuaras.

 

Son tantos y tan fieros

que el alma se me hace chica

el sol se refleja en los torsos húmedos

del color del barro

y esa gritería infernal

montados en pelo

apenas unos tientos, de cabestro

las tacuaras se adelantan

en medio del galope.

 

Ya están tan cerca

que veo sus rostros fieros

el mismo diablo en sus ojos

y esa gritería infernal.

 

El Teniente, a mi lado

se encomienda a la virgen

yo tengo la boca seca

y pido perdón, al mismo Dios

disparo el Remington

dos balas

no hay más, solo dos

el Teniente solo blande el sable

y entre maldiciones, es lanceado.

 

La indiada me rodea

solo tengo la boleadora

que comienzo a revolear

la suelto y me llevo uno

en medio de los lanzazos.

 

Dicen que los paisanos

supieron de la proeza

y la muerte

en esa llanura pampeana

del cacique del malón

en manos de un Teniente

y un paisano alistado

con un sable, dos balas

y una boleadora.