Sé que duermes. Que estás cansada. Sé que no leerás esto en cuanto termine de escribirlo y te lo envíe, pero te quiero decir que me importas. O recordártelo, mejor dicho. Oye, que formar parte de las cinco personas que más te quieren es el regalo más hermoso que tengo. Sé que no soy la mejor persona del mundo, ni el mejor chico que conoces, pero me lo creo si me lo dices. Y me lo has dicho, así que todos pueden envidiarme si quieren. Que me envidien porque me quieres.
Sé que vas a despertar temprano porque el trabajo reclama tu tiempo, así que te digo buenos días desde ya, mientras escribo dándole cuerda a mi insomnio y manteniendo esta rara costumbre de ponerle letras a lo que pienso. Hace tiempo que no habíamos hablado y ya me hacía falta. Me hacías falta tú y tu voz. Escucharte durante unos segundos es suficiente combustible para poner en marcha mi ilusión contigo durante horas, así que mientras tú duermes y sueñas con lo que sea que no tenga que ver con este poeta cursi, yo escribo y limpio las cristaleras de mi corazón, para que cuando quieras venir a visitar tu cariño, lo encuentres todo ordenado, como lo dejaste, o aún mejor.
Te quiero. Ojalá no lo olvides. Y si lo haces, no te preocupes, que yo estaré aquí para recordártelo.
Y sonríe siempre, donde sea. Ya no me importa que otros te vean y se enamoren, porque he aprendido que tu belleza no puede esconderse ni aunque lo intentes. Quien te vea y piense que eres la chica más linda que ha visto en toda su vida, estará en lo cierto. Ese es un privilegio secreto que he decidido compartir sin recelo con el mundo, porque sé que no podrán tenerte como yo tengo tu cariño. Y esa es mi fortuna: el que me quieras y me lo digas. El que seas tú misma. El que brilles en todas partes…