El vino y el agua
Una copa sed tiene de aquel vino
añejado en el vientre de un tonel,
con la sed que se liba el néctar fino,
ese almíbar tan dulce y purpurino
sólo dioses lo beben en tropel.
Y preparan suntuosas bacanales,
la vendimia la esperan con pasión,
se emborrachan después como animales
se transforman como pavos reales
y terminan botando su ingestión.
Con la copa sedienta de agua pura
se equilibra la angustia de la sed,
buen indicio las aguas nos augura,
purifican nuestra alma, dan frescura
y está siempre dispuesta a su merced.
Es el vino, del agua, diferente,
es de dioses el vino, bacanal,
tomo el ánfora llena, -alzo la frente-
de aquella agua que viene de la fuente
a Dios gracias le doy y al manantial.
Ariello