Te busco y te encuentro, te llamo y allí estas tú.
¿Quién es el hombre para que atiendas su llamado?
El mundo puede desaparecer, pero tu presencia siempre permanecerá con quienes te buscan.
Bienaventurado es aquel a quien tú atiendes porque reciben su respuesta.
Tu voz es un estruendo que calma la tempestad.
Tus días me pertenecen, tus promesas y tu tiempo.
¿Quién es el hombre para que atiendas su llamado?