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En el ocaso de la tarde,
llega tu enardecida piel,
cuando se da la acción que arde,
como el sabor a miel,
¡sueño y gloria¡,
y se calma la ansiedad,
con tanta sed y alegría,
y no se torna frágil la felicidad,
y das sueño y gloria,
y calor en sustracción fría,
y despojo en la osadía,
de sentir y percibir la manera de amar,
y logro desenmascarar,
lo que es el marfuz,
de la oscura luz,
y das sueño y gloria,
cuando la meta es callar,
y eres la victoria,
de un corazón que por amar,
y das sueño y gloria,
que por tener tu miel deseo atar,
lo que es de los labios por besar…
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