No dejaban de mojarse tu rostro y el mío,
como un rocío eterno cayendo del cielo.
Salió el arco iris, y brincaron las aguas
queriendo mostrarte el amor que profeso.
Y no pude dejar de soñar en mañana,
a pesar de tu mirada otra vez inquieta,
Si sentías lo mismo quise preguntarte,
pero una nube cubrió el sol con miedo.
De pronto me hallé sola y llena de frío,
vi que el arco iris se partía a la mitad.
De la cascada diez mil lágrimas cayendo
y en las nubes tus ojos cansados de amar.
Pero no dejaron de mojarse tu rostro y el mío.
El rocío eterno siguió cayendo del cielo azul.
La mitad del arco iris siguió del rojo al violeta
y a tus ojos volvió el brillo en un rayo de luz
Nos lanzamos juntos al calor del fuego,
de nuestras manos, el frío se fue olvidando.
Se nos escapó el tiempo en un millón de besos
bajo la magia del lugar donde siempre llueve.
Inés de Cervantes
Poesía y alquimia
DDI Reg. N° 272.150