Siempre he sido muy ingenuo
Pero hasta los pendejos como yo
Sabemos a qué se va a un motel
O al menos eso creía…
Impaciencia que caracteriza al cortejo
De pagar por una habitación
Tragarnos a besos, al tiempo de saborear las impresiones de vino tinto
Que van de una copa afnor a sus labios.
Jugando siempre al juego de una noche,
Dibujando adioses sin promesas absurdas,
Ni sueños a futuro.
Siempre fieles a la naturaleza de la infidelidad,
Con caricias baratas e ingeniosas,
Que encuentran la belleza en su blanca desnudez,
Siempre succionando tetas nuevas
Y dejando un recuerdo en la memoria de corto plazo.
¿Cómo te llamas? Lo he olvidado,
¿Tienes hijos? No me interesa,
Solo busco lo que te sobra en besos fecundos,
Insidiosa locura que fermenta entre sus piernas.
Y fue ella, que me hizo enamorarme en la cama de tantos,
La culpable de mi estupidez,
Y bajo una excusa de liquidación por día,
El motel es el anfitrión perfecto.
Pero todo está hecho para romperse.
Y tuve que prometer no retenerla entre sueños
Ni tampoco venderle confortas,
Condenando así, mis sentidos al olvido.
Ahora solo guardo esperanzas para la próxima cita,
Esta vez, en un nuevo motel.