“Este mortal te escribe/ aunque sienta que no te importa,/ pues tu nombre en sus adentros sobrevive/ y en su alma se transporta”
Detente, por favor no sigas tu avance,
permite que mi alma ahora descanse
y no juguemos ambos hoy al desgaste.
En mi vida el sosiego no lo recuperé
desde aquel día en que me enamoré,
el mismo día en que te enamoraste.
No sigas alimentando mis esperanzas,
dime algo ¿tú de verdad no te cansas
de ir por ahí repartiendo tus te amo?
Te advierto que de seguir esta situación
vas a tener que escuchar a mi corazón
haciéndote triste más de un reclamo.
Si esto era un juego decírmelo debiste,
pero nunca llegar al extremo tan triste
de dejar caer mi alma así, a este vacío.
¿Por qué llegaste aquí a darme licencia
para hablar con sentido de pertenencia,
si sabías que tu amor nunca sería mío?
Detente que ya me estoy desangrando
y en éste mi dolor, ya no sé ni cuándo
será el día en que al fin pare de sangrar.
Te hablo hasta de hemorragia si quieres,
con eso que no sientes y que me hieres,
hemorragia de lágrimas si me ves llorar.
Yo no estaba preparado para este juego,
para un adiós disfrazado de hasta luego
y esta tristeza que tanto dice tu nombre.
Veo que procedes así, con tanta calma...
en cambio a mí me duele tanto el alma
que mi resistencia hace que me asombre.
Lancemos los dados, decidamos al azar,
si seguir como amigos o ya no continuar
con esto que se nos vuelve una tormenta.
Quizá un día hablando tú con tu soledad,
de que era en tu vida el amor de verdad
logres llegar aunque tarde, a darte cuenta.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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