El tiempo se ha ido
siguiendo el crepúsculo de un día cualquiera.
A su paso
se llevó las golondrinas del viejo techado,
arrastró las hojas amarillentas de los encinos,
hizo adultas las tardes de otoño.
Pero dejó la sabiduría
en los hombres afortunados.
Marcó sus huellas para siempre
en sus rostros soleados,
dibujando caminos intransitables
por donde se mide el tiempo,
se aprisionan los sueños.
El tiempo se ha ido
y nos ha encaminado
a un paso del ocaso...