Cada libro es un trozo del camino,
con los márgenes por vivir.
En los muros descascarillados,
dibujos de afecto inmortal.
Jugamos como niños al amor desnudo
en invierno sin luna.
Hay quienes acumulan golpes,
que han convertido en tatuajes.
La muerte esta a la vuelta de la esquina
si nos roban la esperanza
y se funden las ganas de estrellas.
Cada barra de bar acumula
ríos de minutos de aburrimiento.
La cola del pan es ligera
para quien derrocha sonrisas.
Con los años las penas
se hacen fanfarronas.
El amor cuando crece humaniza
y nos transforma en héroes.
Los pobres se chupan los dedos
cuando tienen algún postre.
Somos instintos animales con camisa
y menú del día.
Brindemos porque, en el fondo, aprendemos
sin apuntes ni escuela.