He de llamarte en el silencio
de mi sombra, que se desvanece
entre las hojas de aquel sauce
que ha seguido tu camino.
Borrando las huellas centellantes,
de tu mirada de mar turquesa,
que embelesa hasta las estrellas,
de aquel vacio llamado cielo.
Donde van luciérnagas en vuelo
y se apagan y se reduce a nada,
esta espera de tu llegada,
sin tiempo, ni color de esperanza.
Ha de nombrarnos la pared,
del viejo cuarto de cristal,
donde éramos eternos, sin final,
donde nuestras manos eran la red
y nuestros cuerpos el lienzo,
sin rasgaduras, ni marcas,
tocados por el viento sin piel,
llenando aún los momentos
vagos, con música de papel.
Si amor…
He de llamarte en el silencio
de aquellas copas al brindar, de
nuestros besos, besos perdidos
en el pensamiento, de noches sin luna,
Donde tú te convertiste en humo
y te has esparcido al universo,
y hoy sin nada, sin ti, ni pretextos.
siento que he de llamarte en el silbido
de este cruel y amargo silencio.