Calzando viejas pantuflas,
Recostado en su sillón,
Recuerdo a papá leyendo
Proverbios de Salomón.
Ya la nieve de los años
Pintan su pelo de gris
Igualando así el matiz
De comprensión y ternura.
El peso de la experiencia,
Dobla su esbelta figura;
Mas no importa, no hay ninguna
Persona igual que mi padre.
Forjó toda su simiente
Con la firmeza del roble,
La brillantes de una estrella
La conformidad de un pobre.
“Que tu palabra sea cierta
Y tu pensar limpio y claro.
Que tu rodilla se doble
Tan solo al Dios soberano”.
Cómo me siento orgulloso
De haber tenido ese padre.
Cómo me hubiera gustado
Tenerle siempre a mi lado.
(Miguel Ramos-Valdés)