Ya no poseo lágrimas,
indiferente es para mí el amor,
…la tristeza en ocasiones
me provoca ira, la felicidad
es solo una metáfora,
imperfecta como la palabra,
como el mismo amor,
…en que me he convertido?,
maldita, mil veces
la condición que impuesta
me toca asumir, maldito
el tiempo dilapidado,
la vida y las lágrimas del alma;
la sonrisa emerge de mi ser
y en la trayectoria
sufre la metamorfosis cruel
transformándose en sarcasmo,
en irónica carcajada de terror,
difícil es luchar contra
el sentimiento de odio
aquel que enveneno tu alma,
substituyo,
a todos tus sentimientos,
a veces, me invade
y aborrezco todo cuanto me rodea,
todo lo que soy, lo que represento,
sin siquiera saber quién soy,
irónica paradoja; desesperando,
me aferro a las paredes
de la indiferencia, escalando
este muro de lamentos,
arañado está el cerebro
por cefaleas mordaces de rencor,
la verdad, solo condiciona,
solo, trata siempre de chantajear,
ya no al alma, sino, a los sentidos,
quizá a la cordura,
estúpida levedad de mi ser,
cuanto ilusamente aun desea dar?,
en que me he convertido?…
no puedo estar en paz,
ni con dios, peor aún, con el diablo,
el temor te hace actuar
y decir cosas que el amor
jamás entiende,
gitana tirria, tus cartas de tarot,
fragmentan la esperanza única
que poseo para amar,
en tu esfera de cristal
atrapada te quedas, mirándome
con una tristeza tan miserable
como mis ganas de enamorarme,
en que te has convertido?,
en que me he convertido?,
somos parte de la nada,
el prólogo estéril
arrancado del guión,
ensayo de la vida
de un viejo libro que existió
en la maldita fantasía
de un alquimista mediocre,
ebrio pordiosero,
de quien nadie se conduele,
ni siquiera yo,
pues ya no poseo lágrimas
indiferente a todo
tristemente soy.