Wellington Rigortmortiz

* El Muro de los Lamentos

 

Ya no poseo lágrimas,

indiferente es para mí el amor,

…la tristeza en ocasiones

me provoca ira, la felicidad

es solo una metáfora,

imperfecta como la palabra,

como el mismo amor,

…en que me he convertido?,

maldita, mil veces

la condición que impuesta

me toca asumir, maldito

el tiempo dilapidado,

la vida y las lágrimas del alma;

la sonrisa emerge de mi ser

y en la trayectoria

sufre la metamorfosis cruel

transformándose en sarcasmo,

en irónica carcajada de terror,

difícil es luchar contra

el sentimiento de odio

aquel que enveneno tu alma,

substituyo,

a todos tus sentimientos,

a veces, me invade

y aborrezco todo cuanto me rodea,

todo lo que soy, lo que represento,

sin siquiera saber quién soy,

irónica paradoja; desesperando,

me aferro a las paredes

de la indiferencia, escalando

este muro de lamentos,

arañado está el cerebro

por cefaleas mordaces de rencor,

la verdad, solo condiciona,

solo, trata siempre de chantajear,

ya no al alma, sino, a los sentidos,

quizá a la cordura,

estúpida levedad de mi ser,

cuanto ilusamente aun desea dar?,

en que me he convertido?…

no puedo estar en paz,

ni con dios, peor aún, con el diablo,

el temor te hace actuar

y decir cosas que el amor

jamás entiende,

gitana tirria, tus cartas de tarot,

fragmentan la esperanza única

que poseo para amar,

en tu esfera de cristal

atrapada te quedas, mirándome

con una tristeza tan miserable

como mis ganas de enamorarme,

en que te has convertido?,

en que me he convertido?,

somos parte de la nada,

el prólogo estéril

arrancado del guión,

ensayo de la vida

de un viejo libro que existió

en la maldita fantasía

de un alquimista mediocre,

ebrio pordiosero,

de quien nadie se conduele,

ni siquiera yo,

pues ya no poseo lágrimas

indiferente a todo

tristemente soy.