Cuando sientas mis lágrimas en tu pecho,
hazme creer en el arcoiris,
visitemos juntos el edén,
llevame de regreso a la felicidad,
y regalame una mirada sin lluvias,
de esos ojitos achinados.
Abrázame
hasta desintegrar la piel,
y borrame esas marcas
que me dejó el dolor.