Después de haber compartido
tanto tiempo contigo.
El habernos deleitado, amigo,
con tantos poemas que nos
han llevado a la reflexión.
Para mí siempre ha sido
un goce espiritual
haber interpretado
una inmensa cantidad
de esos tu poemas,
tus relatos; esos que siempre
han de perdurar
a través de muchos años.
O, recitado, declamado.
Cuando un amigo se va
siempre siento una
gran pena en mi interior...
del alma.
Doy gracias a Dios
que existes aún.
No deja de ser un aliciente.
A veces me pregunto:
¿Por qué mi inmensa sensibilidad
ante las ausencias?
Me ocurre desde siempre.
Aunque, hay amigos y amigos...
Los que han demostrado
la auténtica amistad,
como otros la fingida.
Estoy acostumbrado a querer
a todas y todos por igual,
de corazón.
Los años me han enseñado
que la vida es una sola.
Y que hay que vivir
aferrado a los sentimientos.
Cuando un amigo se va,
queda en mi corazón
los felices momentos
compartidos literalmente.
Sin conocernos personalmente.
Pero he reconocido siempre
tu gran sinceridad
en cada uno de tus versos.
Cada palabra que expresabas.
Ya más no estás.
Un silencio total, absoluto.
Pero siempre en mí,
la alegría de que sigues viviendo...
Teniente del escenario
21-09-2017