La lengua me cita, le excita que sea coqueto.
Porque una falta es faltarle el respeto al alfabeto completo.
Siempre sujeto a lo tácito. Me tildo de desconocido. En lo ennegrecido un ladrido se asoma, y como una coma, le ha dado a mi vida otro sentido.
No creo en el rezo, mas sí en la oración y si me confieso es con el renglón en su religión.
Hallo tesoros gracias a una esdrújula, porque lo poético es siempre mi brújula.
Subrayo que no como versos, sólo los vomito. Me explayo con lo que callo y estallo cuando recito.
Exclamé con mi lápiz: \"¡Soy el más fuerte!\", y rompí la punta. Y no pude cambiar esos signos por los de pregunta.
Soy inseguro, vivo entre comillas. Sin corchetes ni llaves que sirvan de abrazo para mis costillas.
Pidió que le diera un espacio, ofrecí mi sangría. Me rogó que le escriba y sólo impartí una clase de ortografía.
\"Tu nombre es del mío el prefijo\", me dijo. Y le contesté: \"el verbo está mal conjugado, sepa disculparme si la corrijo.\"
Dejó puntos suspensivos, y los coloqué sobre las íes. Y ahora te obsequio el consejo que de ella recibo: EN NADIE CONFÍES.