Bulevar de caricias en primorosa armonía,
brincan, se alinean, se acoplan,
en la unión de nuestros cuerpos.
Los secretos besos,
ocultan el encaje de tu lengua con la mía,
bailan,
se enredan,
juegan,
tantean,
arman un complot de entrega,
en aras del placer y el deseo.
Mis dunas alteradas están,
por la euforia con que tus manos las aprietan,
se endurecen en la punta de su desierto,
desean ser cuerpo luminoso ante la grandeza de tú hombría.
La piel que te proclama como hombre,
se extiende,
se explaya,
surge,
en busca de la piel que me invoca como mujer.
La cueva bajo mi punto de existencia,
húmeda,
lívida,
temblorosa,
se encuentra expectante,
maravillada,
jadeante,
ante la llegada de tú música,
la clave que hace hervir mi piel.
Mis muslos se desploman,
la gravedad de tu entrepierna hace su obra,
tumbada en nuestro lecho olvidó ser dama,
me postro ante la virilidad de tu ser,
te sumerges en el agua de mi fuente,
somos fuego,
somos uno,
tu alimento mi cuerpo ha de ser,
tu líquido de vida calmara mi sed.
En la oscuridad pero no en silencio,
los gemidos hacen eco dilatando las pupilas,
gritando al mundo
que nos faltan más horas
para amarnos hasta el amanecer.
LoreCruz
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2017