Dímelo, mi pequeño niño
¿Cuál es el quebranto que tus ojitos
guardan?. Te acurrucaré a mi regazo
contándote de las guirnaldas
viajeras del noroeste
de tus días infantiles entre mis brazos
de esas risitas tuyas que iluminaron
la tierra de uvas como
alfombra, y a toda la casa.
Te contaré de esos cuentos
que te gustaban
cuando aún cabía tu cuerpecito
entre mis dos manos
y tus manitas acariciaban la nostalgia
de mis dedos.
Ah de ser que vez ahora
mi nostalgia por completo
el tiempo / el desgaste sobre mi piel
y mi lamento
en mi cansancio y en mi mesa de cedro
donde juego naipes a solas
y me salen mis verdades / mis miserias
en filas
coleccionadas por la conciencia impía
que no sabe de mentiras y más bien enjuicia
mi pequeño niño
me duele el quebranto guardados en
tus negros ojitos
tanto como la fatiga y los pasos que me pesan
ah de ser que
tu sospecha sea muy cierta
la vida a la edad que tengo hace añicos
un póstumo de memorias y horas inciertas
mis párpados almacenan
añoranzas con sigilo. Y es mi rostro
reflejo de un jarrón viejo de aromatizadas hierbas
ah de ser que tú lo sospechas
mas no lo dices
te comprendo mi niño, yo también sé
de esa hambre salarial que te asecha
de esa sed
de esas penas
de esos insomnios. Conozco de tus silencios
dicen más que una mueca
improvisada o que las palabras
conozco de tus lágrimas
que bisbisean desconsuelos
sé de esta pobreza animal
que es mi pobreza
y que también
es tuya