Me gusta mi criterio, el cine sobre venganza y el ojo por ojo. Me gusta aparentar ser serio, la desesperanza y las miradas de reojo.
Me gusta el respeto y el reconocimiento, la verdad y el autoconocimiento. Me gusta desaprender y reconstruirme desde los cimientos.
Me gusta que el instinto rija a cada momento.
Me gusta que me duelas, que las palabras condicionen las acciones. Me gusta el relieve del pezón sobre la tela y la nostalgia en los aromas y canciones.
Me gustan los gemidos sinceros que no cobran, pero nada se compara al orgasmo cuando acabo una obra.
Me gustan los hoyuelos y los títulos de un solo vocablo. Me gustan las caricias en el pelo y escuchar tus combustiones cuando hablo.
Me gusta ofrecer un banquete musical como ambrosía. Toparme con excelsas poesías que jamás podrán ser mías.
Me gusta la simetría, enaltecer la ortografía, la cofradía de la cortesía y la empatía. Por inercia o cobardía es que me gustas todavía.
Me gustaría que me gustasen todos, mas sólo me erotizan las mujeres. Me gusta escribirte, pero me gusta aún más borrarte con el codo hasta no saber quién eres.