Es una historia
de Cenicientas
cuando
te me vas
antes
de las doce
campanadas
huecas... vacías
como mi alma...
Cada sábado
lo mismo:
vestirse
y ser
como antes.
Olvidarse
del pelo
despeinado
la ropa
deshecha
en mil arrugas,
a veces
un tanto mojada.
Desobligarse
de la copa
de vino,
los versos
paseanderos
y nuestras miradas
_ cómplices
y encubridoras_ .