Los poetas somos
solo tejido humano
urdimbre de inquietantes palabras
acechando melodías al calor de frágiles copas
En el tintineo de sus propósitos
apoyados al borde de la mesa
damos vuelta al trozo de hielo que nos mira
La noches nos dibujan en el tiempo
transcurren sin tregua
nos trasmutan al recuerdo
Desde el fondo
una carcajada se emancipa
en la tenue luz que nos envuelve
Nos miramos en el cristal
desvanecemos repletos de memoria
sin articular pensamientos de lo que somos