Cuanto deseaba que aquellos labios que rozaban mis labios fueran los tuyos.
Cuanto deseaba sentir tus mejillas al tacto de mis dedos y tu cabello tan rizado entre mis dedos
y tus dedos entre los míos, tu respiración, tu respiración tan cálida y saciante después de cada beso.
Cuanto deseaba que al abrir mis ojos ver tus ojos y ver el reflejo de los míos en los tuyos,
aunque lo más bello de los míos siempre fue el reflejo de los tuyos.
Cuanto deseaba que al oír un te quiero fuera tu voz y de vos nada más y de nadie más.
Cuanto deseaba que al hacer el amor sentir tu calor, tu pasión, sentirte tan mía y yo tan tuyo,
tan nosotros y tan de la vida y del mundo.
Cuanto deseaba morir en aquellos momentos en los que me daba cuenta de que no eras tú, sino ella y ella, según yo, eras tú,
eras tú tratando yo de volverte a mí a través de ella, fue inútil, al fin y al cabo, nunca fuiste tú y nunca fui yo para ti en otro,
nunca fuimos los dos.
Juro por mi vida que lo deseaba con toda mi alma, te extrañaba, te necesitaba, te morías, me moría, nos moríamos.