Entra y sale del valle de los caídos como Pedro por su casa cantando entre las tumbas:
-\" beben y beben los peces en el agua, por ver a Dios nacer\"
Viste de fino luto por la muerte de los reyes Católicos, y en la solapa de su traje de gala de difuntos lleva escrito en una chapa:
Soy el novio de la muerte. Anubis.
Cuando anda, los grillos cantan, las nubes se levantan y llega un chaparrón.
El corrillo de mujeres que les gusta ser sometidas, las que leen las necrológicas del ABC y se acompañan por los guitarristas socialistas que tocan en las dos bandas, al verlo llegar corridas suspiran abanicándose ante la prenda de españa.
Mujeres del corro ibérico a Anubis.
Anubis galán, demonio o dios tentador,
¿ a dónde vas tan marcial?
Pareces un marte fierísimo de fina talla arreglada en el corte inglés.
Anubis orgulloso contesta.
A conducir a los desiertos a los que rompen los mandamientos.
Las mujeres del mimbre del diario ABC, le ven partir enamoradas, clarines trompeteros a su paso:
Prenda, galán y español, Anubis.
Anubis, convertido en Adonis, moreno y seco, se revuelve cortés:
Defiendo la leyenda del anillo, una grande y libre.
El harén del ABC (entregadas las gatas femeninas, miau):
con Franco nos tienes Anubis.
Castañuelada de izquierda unida y los socialistas que se arriman a comprar el ABC y ver desplegarse a Anubis hacia Cataluña.
A la hora de entregar los vivos a los muertos, llega Anubis por la rivera del Ebro.
La voz de una armónica:
quedáis detenidos en nombre de los toros, por orden de la Virgen del Pilar y del fiscal Berlanga:
todos a la cárcel.
El argumento es que España no se rompe por cuatro soñadores.
Vendados como momias, hechos unos gitanos, ya van los catalanes inflamados ante la corte de España, que tiritando con la navaja abierta los espera.
Anubis primero les cortará los cojones,
luego la lengua hasta un palmo, que tirará a una palangana con la señera.
Abrirá sus entrañas y cocerá sus heces.
Las orejas, también irán al caldo.
Diente por diente y ojo por ojo, serán extirpados por la mano de Anubis.
El resto, sepultado en el valle de los caídos sin sus órganos vitales:
corazón, hígado, pulmón...
arrojados al manzanares en ofrenda al Dios Neptuno.
Angelillo de Uixó,