Mientras veía alejarse las olas
y las nubes se agolpaban
sobre mis pupilas
para enjugar en un suspiro
el acuoso producto de la despedida,
mi mano incursiona
en el tibio bolsillo
en procura de algo
que mitigue el hastío
en las horas que faltan
para reanudar destino;
mis dedos se aferran
a las secas hojas
de un derruido libro
que con calma extraen
como temiendo que la luz del sol
pueda fulminarlo
Lucha mi otra mano
por enfocar los lentes,
esos que ahora preciso
para estos menesteres,
y con ambas manos
aprisionando el tomo
asegurando el enfoque
para la lectura,
mientras nos sacuden
los vientos afuera
Antes que las letras
mis pupilas adivinen
ya el verso se ha deslizado
desde mi testera;
como no iban a hacerlo
si son de la casa,
han vivido conmigo
casi mi vida entera
Saboreé el néctar de cada grafema
y lo iba cantando mi mente en el tema,
sentí los besos, y aquellas abejas
que se anidaban en el estómago,
cerrando los ojos vi aquellas estrellas
y con un suspiro
me sentí enamorado…
¡me sentí poeta!
Cuando a la última línea había llegado
y cerrando carpeta iba a guardarlo
vi en la contraportada
unos datos que acusaban
no haber sido antes auscultados
eran datos biográficos
del autor de esos versos
que me han acompañado
mitigando el dolor
por lo atrás dejado
Una luz asomó a mi pupila
y se quedó prendida
hoy cumplís cuarenta y cuatro años de tu partida
y quisiste festejarlo
consolando mi vida
y un nudo creció
desde mi garganta
y quise gritar
y quise llorar
agradeciendo el gesto
para con este mortal
de una de las plumas
que ascendió al cielo de inmortalidad
Y mientras apuro otro trago
y nos consumimos con un cigarro
vuelvo a leer el titulo
de ese poemario
que inspiró mi adolescencia
cuando faltan las palabras
y sobras los deseos
y atine a leer en la portada
VEINTE POEMAS DE AMOR UNA CANCIÓN DESESPERADA