Descubres tu mirada concupiscente
Casi en un susurro, invitas, Yo seré mar, Tú la nave que me ha de surcar. Labios húmedos, el ancla se encargan de levar.
No hay dilaciones, abierta en libertad, recibes la quilla en profundidad.
Desatada la tormenta, me abrazan tu olas, me cubres de blanca espuma, pides, exiges, hunde tu arpón en mi herida, embiste, más aún.
A cada embestida del arpón en tu vientre, respondes con olas mas fuertes.
Una vez más gimes, una donde descargues de tus bodegas, el blanco vicio que guardas para mi.
A puerto llegamos, agotados, amuramos en el tibio muelle de la cama, para repostar.
A la noche nos espera un largo viaje en tu mar