Hoy la mañana, será mi cómplice.
Ha amanecido lluviosa y la bruma oculta la verdad
y me sumerge blandamente en el sueño de anoche.
No quiero que se disipe ni que irrúmpa el sol en mi espacio,
ni que revele el vacío de mis manos.
Me niego a meterme de lleno en la abrupta realidad.
Anhelo la devastadora, la consentida dulzura de tus besos
que me lleva en volándas a mecérme en el viento.
Me declaro insaciable de tus caricias,
me desespero, no alcanzo a rozar tu piel con mis labios.
Por no besar los tuyos tan ávidos,
crece y se expande sin medida de pura necesidad
la urgencia de abandonarme en tu regazo.
Sí, amor, le doy con exaltadas salvas la bienvenida
a mi otrora aletargado instinto ancestral.
Le acojo cálida, apasionadamente en mis entrañas
y hostigándome y apremiándome, el ansia fluye incontroláda.
Mientras escribo arden las ganas,
queman en deseo de salir de mi boca pronuciádas
y en la tuya, trasvasárlas permitiendo
que imperioso, derrames en mí tu mágico aliento.
Carmen C. Lizarán
(mdac)