Unos segundos eternos bastaron para saber que nunca más te dejaría,
el suelo se estremeció y lo único que se me ocrrió fue abrazarte,
un abrazo eterno lleno de miedo y de dolor,
no hubo cordura para salir del horror que caía sobre nuestros cuerpos,
pero tu cuerpo era el único refugio de mi cielo,
no hubo llanto sólo gritos de desesperación,
no hubo llanto, solo silencio y fiío del final terrenal,
tus brazos no se rompieron eran nuestra unión eterna.
Nunca me dejaste y los dos volamos a otra dimensión.