En la profesión de nuestros cuerpos
se espantan abismos
Despertamos
al frágil cincelado
de la procura equinoccial
Al borde
el aroma
rompe acantilados
Apacibles
confundimos las siluetas
Existenciales
nos encuentran las mareas
flamean abrazos
jadeos finales
Las miradas
como fuego
quedas
retozan libres