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SICARIO

                           SICARIO

 

 

SICARIO (asesino por encargo.literalmente\"sicarius\", significa en latín, hombre -daga) (confesiones de un matador a sueldo).

Los leños contribuían con lo suyo a la agradabilidad del ambiente. La noche se presentaba muy fría y los pequeños copos de nevisca se disolvían en los cristales y corrían por el vidrio como gotas extrañas a la calidez de la habitación. En la soledad de la calle una ambulancia se iba perdiendo en la oscuridad y el sonido de su sirena se mezclaba con el silencio que se escondía en la distancia.
Los dos búhos de madera que me miraban con sus ojos redondos desde el escritorio, eran los únicos seres en que confiaba en el mundo.
Creía en sus antiguos conocimientos, en su esotérica sabiduría y en sus conjuros con los misterios herméticos. Y a mi manera hablaba con ellos y aceptaba sus consejos.
Apagando la luz apoyé mi cabeza plácidamente sobre la tentadora almohada para dormir la paz de los sosegados de alma.

Pero ese no era mi caso, ya que lograba dormirme después de masiva ingestión de drogas hipnóticas, que me llevaban a un universo de atroces pesadillas.

Y en esa ordalía onírica se poblaba mi mente de seres horribles que llevaban mi cordura a las fronteras del averno.

Se repetían las angustias infantiles de estar sumergido en la bañera con las manos atadas a la espalda por obra de la voluntad de mi madre iracunda, totalmente ebria.

Y era mi terror de niño sus riñas con mi padre, también alcohólico, que llegaban a la sangre y al odio más embrutecido.

No solo de  ellos eran las  torturantes evocaciones que nublaban la calma de mi espíritu…¡Todos me odiaban y me despreciaban!...Antes y ahora…

La autoría de los golpes que recibió la esposa del médico del Instituto Psiquiátrico en el bondadoso anonimato de la noche, no se me pudieron adjudicar…El profesional me había descrito en un informe, como un psicópata paranoico y bipolar incurable…La mujer me entrego los papeles en aquella oportunidad de la golpiza, muy asustada…Declaro desconocer la identidad del agresor…¡Hizo bien!...

El médico no repitió el diagnostico…¡Hizo bien!...

¿Por qué tendría que sentir yo otra cosa que repugnancia, por los estertores y arcadas de los que se morían entre mis manos lanzando una maldición postrera?.

¿O palmoteando como una bestia herida revolcada en el suelo?

Y volviendo a la infancia…¿Acaso no tuve razón cuando le rompí los dientes a la vieja vecina que me insultaba, solo por estrangular a los gatitos?.

Al fin me dormí esa noche con recuerdos de odio y venganza para las palabras del médico de la empresa, donde pretendía ingresar. Un coctel mental de psicopatía, trastorno antisocial de la personalidad y graves problemas paranoides, había diagnosticado sobre mí.

Pasado un rato del que no sé qué tiempo exacto pudo haber transcurrido algo me sacó muy suave y delicadamente del sueño inducido por los fuertes narcóticos.
Sentí una presencia en la alcoba que no me resultaba de una urgente tangibilidad y no la asocié con el peligro.
Pero abrí mis ojos en la oscuridad y me puse alerta más por responsabilidad profesional que por inquietud.
Estuve atento unos momentos y sin poderlo explicar se encendieron levemente luces de aviso muy tenues en lo profundo de mi conciencia; era evidentemente algo intuitivo que no se correspondía de ninguna manera con la razón ni con la evidencia de lo empírico.
Entonces ocurrió que las luces de alarma ya no fueron tan tenues y noté un sobresalto cuando me pareció que un suave soplo rozaba mi oreja en la oscuridad de la pieza.
Cerré los ojos instintiva e inútilmente y me puse realmente tenso con miedo primitivo cuando percibí que el soplo ya se convertía en un extraño murmullo.
Permanecí muy quieto y ya con una aprensión bastante agudizada cuando oí sobre la superficie del escritorio el rasguño de objetos que se movían en las sombras, sin que hubiera razón para que eso ocurriera.
Cuando lógicamente pretendí encender la luz, quedé horriblemente paralizado de sorpresa y de congelado espanto, porque una poderosa y fría mano sujetó mi muñeca en la oscuridad vigorosamente, y me privó de todo movimiento sin que se oyera un solo sonido ni se pronunciara una sola palabra.
Estaba totalmente inmovilizado por el terror y no producía mi cerebro el más mínimo razonamiento.
De estar en la plácida llanura de los tranquilos de alma pasé a habitar las cumbres tempestuosas donde moran los demonios, las almas torturadas y los dioses vengativos.
En ese momento sentí oprimida la otra muñeca y el poder que me sujetaba era invencible.
De la noche drogada que velaba mi sueño no quedaba más que un lejano recuerdo, y todo lo que estaba llegando lo sentía como una intempestiva y borrascosa tiniebla de crudo y furioso invierno donde derraman sus lágrimas y sus gemidos los genios malditos y las brujas penitentes.
Paralizado de pánico no podía articular sonido, estaba mudo, y mis ojos derramaban lágrimas de miedo, de estupor y de impotencia.
Los párpados persistían fuertemente cerrados...y paralizado por la extraña fuerza y por mi terror, ...no atinaba a mover ningún músculo de mi cuerpo.
Los rasguños se hacían más obvios sobre el escritorio y en las sombras percibí un sordo aleteo de los búhos de madera tallada, que siempre acompañan mi soledad.
Lo mágico se hacía real , los misterios de las sombras estaban más cercanos y el realismo fantástico se hacía casi como cotidiano.
Comencé a sentir gemidos, gritos y horribles aullidos de almas culpables en pena que participaban de loa aquelarres con demonios y con seres malignos y poseídos que me atormentaban en la negrura de la oscuridad.
Cuando se agitaron las afanosas alas de la luz del amanecer se mitigó el terror y comprendí que ya nada volvería a ser como antes; los búhos, que eran mis únicos amigos, estaban cubiertos de asqueroso excremento...la presencia espectral en mi habitación me había aterrorizado...
Y con letras de sangre estaba estampado en el espejo el nombre de la última víctima estrangulada por mis manos.
La venganza que me llegaba de ultratumba, recién comenzaba.
Y el Séptimo Círculo me reclamaba.
...la dulzura del asesinato se puede volver muy amarga sin impunidad...
...¡Palabra de un sicario!...
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