La resistencia a la autoridad,
siempre costosa, costó a san Valentín la vida,
y luego le dio gloria eterna
en los anaqueles de los almacenes.
Ante la autoridad yo no me enfrento
si puedo evitarlo,
pero tampoco dejo de hacer aquello que prohíben.
Como un pez me escabullo,
me camuflo en lo anodino
como una iguana en la roca.
Eso no provoca cambios acaso,
pero la desobediencia tiene miles de formas.
La autoridad, siempre severa, rígida,
no alcanza a ver esos matices.