Volaba perezosa una gaviota,
lenta se encaminaba hacia el ocaso,
ambas alas pintadas, terracota,
bruñidas por el sol, con fino raso.
Mientras, el mar llegaba cadencioso,
dejando albo tapete, de ilusiones,
fue la playa el ambiente fabuloso,
para dejar volar los corazones.
El horizonte lento oscurecía,
a lo lejos la luna, esplendorosa,
entre tanta belleza hubo alegría,
fue noche cautivante, muy hermosa.
Día de mar turquesa, apasionado,
noche, que por inquieta fue atrevida,
es un dulce recuerdo aprisionado,
como un bello tesoro de la vida.