Santiago Miranda

Para que hoy sea tu buen día

 

Te hablaré de pájaros y sueños
Que no se cortan sino disipan
Al descorrer el manto iluminado
O velo, de tus temores infundados
En las más retoñas alegrías

Plantaré entre las nubes un capullo
Desatando las más tiernas tempestades
Anudaré mi historia a tu pasado
Aventando levemente a la corriente
Los dolores idos en retiradas inclaudicables

Y haré rimar por tí el mar y el cielo
Congujando su infinita espesura
Con la cuchara de tu dedo
En cremosos atardeceres probarás bocado
De calmas inconmesurables
Gestando en ti dulzores
Risueños e inagotables

Sentirás que todo ya te pertenece
Y no querrás nunca / verlo destruido /
Y todos nos pertenecemos en lejanía
Amándonos en el aire que exhalamos

Bebiendo la misma agua, bañando
El desarrollo de las fugaces líneas
Bajo la misma luz divina

Habitando el mismo plano refulgente
De un lado a otro acarreados
¿Por qué no acariciarnos antes? /En la espera/
De desvanecernos -sin remedio- desmemoriados

La sonrisa habitamos como plaga
Saludable vía al reconocimiento
Qué importa las soledades del invierno
En tí se germina un verano irrevocable


-¿Entonces por qué molestarnos
En apariencias, discutiendo
A quién pertenece cuál montaña
O río? -de alguna pobre alma
Cuyo amor genera daño-

Idos todos a multiplicar sus amores
Con respeto del fugaz rechazo
Den y reciban por montones
Y de tu herida subirán sueños y flores
Los ríos y lagos del mundo nuevo por necesitado
El bello cielo reflejado en la tierra, místico regalo